Enclavado en la región citrícola del sur de Nuevo León, Linares es uno de esos destinos que sorprenden a cada paso. Nombrado Pueblo Mágico en 2015, este rincón conserva la esencia de la provincia norteña, donde la historia, la cultura y la hospitalidad se entrelazan para ofrecer al viajero una experiencia auténtica e inolvidable.
Fundada en 1712 por Sebastián Villegas Cumplido, la ciudad se erigió como un importante punto de conexión comercial entre Monterrey y el noreste de México. Su historia se refleja aún en la arquitectura de su centro histórico, donde las casonas de cantera, los portales y la majestuosa Catedral de San Felipe Apóstol evocan siglos de tradición. Caminar por sus calles es recorrer el pasado y descubrir el orgullo de una comunidad que ha sabido preservar su legado.
Entre los principales atractivos turísticos destaca la Catedral de San Felipe Apóstol, cuya construcción data del siglo XVIII y que sorprende por su imponente fachada neoclásica. Frente a ella se abre la Plaza de Armas, un punto de encuentro lleno de vida, rodeado de portales, comercios y cafés que invitan a detenerse y disfrutar del ambiente local. No muy lejos, el Museo de Linares ofrece una mirada a la historia regional, desde piezas arqueológicas hasta documentos y objetos que narran la evolución de la ciudad.
Pero Linares también es tierra de paisajes. A solo unos kilómetros se encuentra la Presa Cerro Prieto, un lugar ideal para quienes disfrutan de la pesca deportiva, el campismo o simplemente de contemplar la naturaleza. Asimismo, el Cañón de Jaures y el río Pablillo regalan escenarios perfectos para el ecoturismo, con aguas cristalinas y montañas que invitan a la aventura. Estos entornos naturales hacen de Linares un destino atractivo tanto para los amantes de la cultura como para quienes buscan desconectarse en medio de la naturaleza.
La riqueza cultural de Linares se vive también en sus tradiciones. El calendario festivo incluye la Feria de Villaseca, celebrada en agosto, que reúne música, danzas, exposiciones y la gastronomía típica de la región. Y es precisamente en la mesa donde este Pueblo Mágico conquista corazones: nadie puede visitar Linares sin probar sus famosas glorias, un dulce de leche que ha trascendido fronteras y se ha convertido en símbolo del lugar. Acompañado de pan de pulque, cabrito al horno o machacado con huevo, el sabor de Linares es, en sí mismo, un viaje sensorial.
Más allá de sus atractivos, lo que distingue a Linares es su calidez. El visitante es recibido con una hospitalidad genuina que convierte cada estancia en un recuerdo entrañable. Entre plazas, montañas y dulces memorias, este Pueblo Mágico se revela como un destino que invita a detener el tiempo y disfrutar de lo esencial: la historia, la tradición y el alma de México.
Visitar Linares es redescubrir el encanto de lo auténtico y llevarse, además de fotografías, la certeza de haber estado en un lugar donde el pasado y el presente conviven con orgullo y belleza.
