Juan Pablo Manzanero creció rodeado de música y desde niño mostró un talento excepcional. Antes de aprender a escribir el abecedario ya dominaba las notas musicales, lo que marcaría su destino artístico. Su formación académica en el CIEM —institución asociada a la Real Academia de Londres— le brindó bases sólidas en música clásica y dirección de orquesta, aunque pronto decidió abrirse camino en la música pop.

A los 17 años conoció a Nacho Cano, integrante del mítico grupo Mecano, quien produjo su primer disco Cruce en el Andén bajo el sello BMG. En este trabajo incluyó un homenaje muy personal a su padre, el legendario Armando Manzanero, con una versión de Esta tarde vi llover. Después lanzó Llévame al fondo de ti, producido por Humberto Gatica en Los Ángeles, y más tarde Adentro, grabado íntegramente en la Ciudad de México bajo su propia producción junto a Rodolfo Cruz.
Entre 1992 y 1999, su trayectoria lo llevó a recorrer escenarios en México, Estados Unidos, Sudamérica, España y Japón, consolidándose no solo como cantante, sino también como productor, compositor y arreglista.
Su versatilidad lo llevó a musicalizar más de diez películas, entre ellas Alta Tensión, que obtuvo el premio Ariel a la Mejor Música de Película.
Su talento también se refleja en las colaboraciones con artistas de talla internacional como Ricky Martin, Cristian Castro, Sasha, Yahir, Tania Libertad y, por supuesto, con su propio padre, quien incluyó una composición de su hijo en el disco Nada Personal.
Con su estudio Espiral Records en Miami, Juan Pablo ha producido a figuras como Rocío Dúrcal, Reyli, David Bisbal y Cristian Castro. Aunque formado en la tradición clásica, encontró en la música electrónica otra de sus pasiones, creando remixes para agrupaciones y artistas como La Ley, Maná y DJ Sasha.

Hoy, además de producir y componer, impulsa el talento emergente a través del Premio Armando Manzanero, certamen que dirige y promueve con el objetivo de reconocer y proyectar a nuevos compositores de todas las edades. Este galardón, nombrado en honor a su padre, no solo rinde tributo a una de las leyendas más grandes de la música latinoamericana, sino que también simboliza el compromiso de Juan Pablo con el futuro de la canción. Más que un heredero de apellido, Juan Pablo Manzanero se ha consolidado como un creador apasionado, un puente entre la tradición y la innovación, y una voz propia dentro de la música contemporánea.